Como un buen vino te probé, te paladeé, sólo probé tu mirada, justo cuando me acerqué a probar tu aroma te planté un beso, aquel que siempre doy cortés, pero esa vez tímido y apenado. No sabes de cómo me arrepentí de no habértelo dado desde el momento en que vi tu sonrisa, si, esa que me dejó con ganas de una larga noche a tu lado llena de besos, caricias y, por qué no hasta alguna película de terror para abrazarme más a tu cuerpo.
Cuando llegó el momento de ver nuestros cuerpos desnudos a través de la luz que ligeramente entraba en la habitación, dejándonos totalmente vulnerables y con sonrisas tímidas y enrojecimientos mutuos, supimos que alcanzamos un placer desconocido que, hasta ahora, nos sigue perteneciendo.
Amor mío, cómo comienzo a describir palabra por palabra los sentimientos que pasan por mi mente al escuchar tu nombre, al roce de tus labios en cada milímetro de mi piel, de mi lienzo, donde poco a poco vas escribiendo nuestro futuro.
A veces me sorprendo de lo mucho que siento conocer de ti a pesar de lo corto de nuestra unión. Eres mi niño con el cual comparto cuentos de infancia e historias fantásticas, si, a fin de cuentos niñerías como lo llaman todos.
Ahora solo pienso en entrelazar tus manos con las mías, compartir anhelos, sueños, cuartos, caricias... Que todo sea como el inicio, hasta el final, tan lejos de todo pero tan cerca de ti, Prometo por siempre tocar tus manos, acariciar tu corazón y decirte suavemente al oído lo mucho que te amo.
No comments:
Post a Comment