Me encontraba reposando entre sombras de mi pasado, intervenciones atrevidas con mi presente y relatos fugaces de mi futuro, no tenía idea exactamente sobre lo que mi horizonte alcanzaba a observar entre el rabillo de mis ojos, simplemente existía por hacerlo, sin rumbo fijo ni viento en popa.
Pesaba la marea sobre este pequeño barco de rescate, cada vez era más peligroso adentrarse a mar abierto, pero sin consideración lo hacía, no se por qué. No tiene absolutamente ningún sentido fijarse un destino cuando no se sabe nada sobre el mapa que se lleva en el bolsillo.
Contemplaba el paso de las nubes sin vísperas de algún milagro en particular, solo me dejaba llevar con el viento y el agua, pero siempre siendo fuego.
En eso llegaste tú. Con un ligero murmullo te acercaste a mi oído, me tocaste dos veces el hombro izquierdo. Antes de voltear a contemplar el atardecer de tu rostro me percaté de la suave brisa que pasaba a través de tu cabello peinado y húmedo.
Sonriendo, tal vez nervioso, o tal vez sin aliento como yo, poco a poco me relataste sobre la arena que se nos va de las manos al paso de tiempo, de lo que perdemos al contemplar sin sentido esta bella poesía llamada vida, y a tomar mis dedos me llevaste contigo a explorar el mundo que una vez creamos.
Llévame a pasear por este vasto bosque nuestro.
No comments:
Post a Comment